MENÚ



GAIA: NUESTRA CASA



Laudato si es el título de la segunda encíclica del papa Francisco. Alabado Seas. Expresión que ha tomado del “Cántico de las Criaturas” de San Francisco de Asís. El primer ecologista de la historia. Una de sus estrofas dice así:

Laudato si', mi' Signore, per sora nostra matre Terra,
la quale ne sustenta et governa,
et produce diversi fructi con coloriti flori et herba.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

“Los desiertos exteriores se multiplican en el mundo, porqué se han extendido los desiertos interiores”. Benedicto XVI



La crisis ecológica es una llamada a una profunda Conversión Interior

Desde el origen, en los relatos bíblicos ya apreciamos que cuando falta el compromiso por mantener una relación adecuada, de amor hacia el otro, se destruye al tiempo que la relación externa, la interior con uno mismo, con los demás, con lo divino, el misterio y con la Tierra, la casa de todos. Desde el origen de la historia de la humanidad, en el caso del judeocristianismo los primeros hermanos del Génesis, (se repite en otros muchos mitos) nos muestran la incapacidad del Hombre para relacionarse con el medio (social, familiar, natural).
Cuando esto ocurre, la justicia no habita la tierra y toda la vida está en peligro.

En la narración de Noé pone en alerta al pueblo sobre la amenaza de Dios de destruir la humanidad como consecuencia de su incompetencia y torpeza para vivir a la altura de las exigencias de Justicia y Paz: "He decidido poner fin a todos los seres humanos, porque la tierra, a causa de ellos, está llena de violencia”. Gn 6,13.

El mensaje de cada criatura en la armonía de todas las cosas creadas, es el lenguaje de amor de todo el universo, el sol, el agua, las montañas, es todo caricia de Dios. Así lo entendió Francisco de Asís, y así también lo expresó. Él es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral; y él, hoy, nos animaría a reconocer que un verdadero planteamiento ecológico debe convertirse en un planteamiento social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, a fin de escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”.

EL JARDÍN DEL MUNDO

La capacidad de una visión global e integradora por parte del hombre, podría hacer que la cultura ecológica no se redujera sólo a una serie de respuestas urgentes y parciales, pues el hecho de buscar un remedio técnico a cada problema ambiental que aparece, es aislar elementos que están entrelazados, escondiendo así los verdaderos problemas del sistema mundial.
La falta de preocupación para medir los daños de la naturaleza, es un claro reflejo del desinterés existente para reconocer el mensaje de que la naturaleza lleva inscrito en sus estructuras, y de asumir el papel de colaborador con el Absoluto en la obra de la Creación y no la de suplantador, yendo en contra de la naturaleza de la Naturaleza.
El ser humano también es criatura de este mundo, forma parte de la biodiversidad de la tierra, no debería verse nunca a sí mismo como un elemento externo o fuera de ella, porque si eso sucede quiere decir que vive alejado de la verdadera realidad .
Con todo, la esperanza nos anima al reconocimiento de percibir una luz al final del camino, si entendemos la tierra como algo administrar y no a explotar. "Trabajar, cuidar el jardín del mundo" Gn 2,15.

EL COMPROMISO Y EL PRINCIPIO DE BIEN COMÚN

El hombre podrá finalmente exigir un compromiso para él mismo y para la tierra en la que habita cuando se reconozca en sí, las capacidades de:
- Conocimiento
- Voluntad
- Libertad
- Responsabilidad

Entonces se convertirá en realidad, en cuanto que sin vacilaciones asuma el "Principio de Bien Común", el cual presupone el respeto a la persona humana como tal, con derechos básicos e inalienables ordenados a su desarrollo integral, y aplicando el principio de subsidiariedad. Incorporándose asimismo a esta noción de Bien Común una solidaridad intergeneracional para que sea un verdadero compromiso con todo y todos.

Tomar conciencia por parte del Hombre, de un origen, pertenencia y futuro común, permitiría en él nuevas actitudes y formas de vida, emprendiendo un verdadero proceso de regeneración.

La capacidad de reconocer a todas las criaturas en su propio valor evitando el sufrimiento y deterioro que nos rodea debe ser la actitud básica de auto-trascenderse, rompiendo así la conciencia aislada. Este debe ser el punto de partida que podrá hacer posible llegar a tener respeto a los otros y cuidado del medio ambiente, tomando en consideración el impacto que provoca cada acción y decisión que realizamos fuera de nosotros mismos.

Cuando el hombre sea capaz de superar el individualismo del que es preso, será posible desarrollar una forma de vida alternativa y un cambio de conciencia en la sociedad, y por tanto, en toda la Humanidad.

PAPA FRANCISCO, Carta Encíclica sobre el cuidado de la casa de todos, "Laudati si", Colección documentos del Magisterio. Barcelona: Claret 2015,